Foto: Alexa Rochi - Presidencia
Durante el mandato del presidente Gustavo Petro, hemos sido testigos de su incansable esfuerzo por recorrer el país, conectando directamente con la ciudadanía en maratónicas jornadas. Este contacto directo busca materializar el cambio por el que votaron millones de colombianos. Sin embargo, ese espíritu de lucha y los ideales de transformación no se reflejan en los ministerios, cuyas acciones evidencian una notable incapacidad administrativa y gerencial para ejecutar las propuestas y directrices del Ejecutivo.
Los ministerios parecen funcionar como órbitas desincronizadas, sin coherencia ni continuidad en los procesos. Cada cambio de ministro trae consigo un nuevo plan de desarrollo, lo cual interrumpe los avances y genera inejecución de proyectos. Los territorios claman por inversión, pero los líderes locales, que luchan día a día por el cambio, carecen de las herramientas necesarias para continuar conduciendo la transformación.
El presidente Petro ha insistido en la necesidad de que la ciudadanía se organice, se asocie y coopere. Sin embargo, esta iniciativa requiere acciones contundentes que doten de herramientas a las organizaciones y líderes territoriales, permitiéndoles impulsar una transformación económica, mejorar la calidad de vida de las familias más vulnerables, y fomentar oportunidades y desarrollo territorial. La paz total, una meta clave del gobierno, parece aún lejana, ya que no incluye a todos los actores del conflicto, resultando en una ocupación desproporcionada de actores armados en los campos.
Petro tiene ante sí una coyuntura histórica para cambiar la historia de Colombia, pero esta responsabilidad no recae únicamente en él como mandatario. Es también deber de cada ciudadano que cree en el cambio continuar la lucha más allá de las urnas, apoyando las reformas en las calles y derribando las barreras que impiden las transformaciones sociales.
Las organizaciones campesinas, en particular, requieren celeridad en la implementación de programas y proyectos nacionales. Somos aliados del gobierno, pero carecemos de los medios para contribuir plenamente a la ejecución del plan de desarrollo nacional. Como gestores de paz y cambio, somos el nervio entre la sociedad y el gobierno progresista. Para que el progresismo activo del presidente Petro se traduzca en una realidad palpable, es esencial que los ministerios funcionen con eficacia, coherencia y compromiso con la visión de un país renovado y en paz.