Los habitantes del norte y nordeste de Antioquia se encuentran sumidos en una profunda preocupación ante la delicada situación que atraviesa el río Porce, columna vertebral de la región. El trasfondo de esta inquietud radica en los informes alarmantes que reseñan el daño ambiental progresivo y los efectos devastadores ocasionados por la presencia y operación de las centrales hidroeléctricas en las cercanías.
Enclavados en el corazón del sector de Puente Acacia, los ciudadanos presencian con desasosiego cómo el río Porce, en su lucha incansable, exhibe las cicatrices de una estación seca implacable, exacerbada por el accionar de las mencionadas centrales hidroeléctricas. La fuerza natural del río, esencial para el equilibrio ecológico de la región, se ve menoscabada por la intervención humana, que lo somete a un desgaste inexorable.
"El río Porce es nuestro tesoro natural, pero las centrales hidroeléctricas lo están convirtiendo en un legado herido que debemos proteger"
La mirada atenta de la comunidad no puede obviar las secuelas palpables que estas estructuras generan en el entorno. El río, antes pletórico de vida y vitalidad, muestra signos de agotamiento y vulnerabilidad, reflejando así las consecuencias nefastas de la actividad de las centrales eléctricas en el área. El impacto se extiende más allá de la mera degradación del río, comprometiendo de manera directa el potencial turístico de la región y amenazando con desdibujar los recursos naturales que históricamente han sustentado a la comunidad local.
En un registro visual que atestigua la magnitud del problema, se puede apreciar detenidamente la evolución del río Porce desde el sector de Puente Acacia, pasando por Aguas Abajo de Porce Dos en sus cabeceras, hasta llegar a su desembocadura en Porce 3. Este testimonio gráfico subraya de manera elocuente la urgencia de abordar esta problemática de manera integral y concertada, antes de que las irreversibles consecuencias de la acción humana terminen por socavar los cimientos mismos de la región.